El tiempo pasa con rapidez. Junto a cuatro Mosere, se acercan a las colinas que rodean la aldea. El Más Anciano rodeado por el resto de la tribu, camina al encuentro de la desconocida que acompaña a Kenie tan Maro, Kenie hijo de Maro. La Luz del sol ilumina el rostro de Nima, sus largos cabellos negros, aun enmarañados y sucios dejan ver, sin embargo, unos ojos negros brillantes y vivarachos. Su cuerpo no parece tener más de dieciocho muntus (años) y sus pies descalzos, aún permiten ver las heridas producidas por las sogas con que los ataron.
Torke, el Más Anciano se dirige con la mano derecha alzada sobre su pecho para darles la bienvenida.
—Acércate mujer desconocida —dice parsimoniosamente— déjame verte.
Nima se acerca tímida hasta el anciano y se deja observar. Luego a un ademán de Torke, cuatro mujeres avanzan hasta ella y la invitan a acompañarlas hasta una de las cabañas.
—No temas —señala— te ayudarán para asearte, proporcionarte ropas nuevas para vestir debidamente. Al acabar te acompañarán hasta nuestra cabaña principal, allí te esperaremos todos, queremos escuchar tu historia.
—Gracias anciano.
Kenie relata al grupo cuanto ocurrió hasta encontrar a Nima. Tiene tiempo para comer algo y recoger otra camisa de piel para cubrir su torso lleno de señales y cicatrices. Cuando Nima aparece ante sus ojos, aseada y con las ropas apropiadas, el corazón de Kenie se altera sin darse cuenta. Aquella mujer resulta muy hermosa. Ahora la veía con otra mirada, tal vez podría ser la mujer para elegir. Si dispone de tiempo incluso puede pedirla en matrimonio, si el Más Anciano se lo permite. Cuando ella acaba de contar su historia, él queda encargado de mostrarle la aldea y mencionar las costumbres que debe guardar. Después la acomoda en su cabaña y él se retira a una de sus compañeros célibes.
Cada mañana la visita a fin de conocer cómo evolucionan sus heridas, y cada día, al mirarla, le parece aún más bella, de modo que nada más verla siente un desasosiego imprudente, que le hace retroceder hasta la puerta de la cabaña, desde donde le habla distante. Al décimo día ella advierte cuanto sucede y le espera en la puerta de la cabaña.
—Buen día Kenie.
—Buen día Nima.
—Hoy no quiero que me hables desde la puerta, conozco cuanto te sucede y me siento halagada. Eres un buen hombre y tú también me gustas a mí. No me importaría vivir contigo, pero alguien me espera en mi aldea.
—Lo siento. Siento haber dejado ver cuánto me sucede estos días, sobre todo mis sentimientos. No sabía que te esperaba alguien. De verdad lo siento.
—No es lo que imaginas, allí me espera mi padre y solo él puede darme el consentimiento para casarme con alguien de otra tribu, esa es nuestra Daka (costumbre) No debes preocuparte.
Los días del mes Nie se acaban, se inicia el mes de Cao (equivalente al mes de mayo). Nima ya recuperada, está dispuesta a volver a su aldea y él a ser su acompañante, como le prometió. Ahora más que nunca, no consentiría que pudiera ocurrirla algo. Antes de acabar la tarde, cuando el sol se acerca al pico de las colinas para esconderse, ambos se encaminan cogidos de la mano hasta la cabaña del Más Anciano.
—Nima está completamente repuesta y desea regresar a su aldea —señala Kenie a Torke, el Más Anciano.
—Lo sé, ese fue su compromiso y el nuestro. Podéis salir cuando queráis, estáis autorizados, si bien me gustaría oír de tus labios Kenie, que estarás aquí para celebrar nuestra fiesta del Donere.
—Desde luego, regresaré antes del mes de Maa (equivalente al mes de agosto) si no surge algo que lo impida.
—Espero que no. Que los dioses sean benignos con ambos.
—Gracias Más Anciano —señala Nima— pero antes de despedirme de toda la tribu, me gustaría conocer algo. Deseo formular una pregunta.
—Claro, si puedo responderte lo haré con sumo placer.
—En mi aldea nuestro Chamán es el único que recibe la visita de los enviados de los dioses, él es quien señala quienes deben acompañarlos a presencia de ellos ¿Ocurre aquí algo similar?
—Más o menos, ellos, me refiero a los dioses, nos indican el periodo en que deben concebirse los hijos y de acuerdo con el mes de nacimiento, yo debo marcar el nombre de cada nacido y entregarles una lista en la primera visita. Luego cada año celebramos en el mes de Maa una fiesta donde se nombra a los elegidos por los dioses, de acuerdo con la señal impuesta. Más tarde debo llevarlos hasta la Marca, donde sus enviados y guardianes recogen a nuestros jóvenes varones y mujeres de 12 muntus, así como adultos, si lo pidieran. Con ello cumplimos nuestras obligaciones y no nos piden más durante el resto del año. ¿Ocurre igual en vuestra aldea?
—No, Más Anciano, nuestro Chamán recibe una petición de los enviados, reúne a la tribu y decide quien debe presentarse, pero no a edad temprana. Solo van aquellos que han superado la edad de 18 muntus, como decís vosotros. Gracias por la respuesta y por atenderme durante estos días, mi tribu conocerá vuestra hospitalidad.
—Nos ha complacido cuidarte.
Salen de la cabaña principal y recorren el espacio que les separa de la de Kenie. Ella entra para recoger los obsequios hechos por las mujeres de la tribu, luego se acerca a Kenie y le abraza llorando. Cuando se calma, la acompaña para despedirse de todos. Más tarde vuelven a su cabaña. Es el momento de poner alrededor de su cuello uno de los colmillos del jabalí cazado el día en que se conocieron. El otro colmillo lo llevará colgado de su cuello, bajo la camisa, así ambos formarán la unidad soñada. Sabe que solo ella, es la elegida para ser su esposa. Pedirá al Más Anciano autorización a su regreso. Salen antes del amanecer.
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