La cultura cancelada: ¿quién decide qué se puede leer?

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Censura, corrección política y boicots en la literatura contemporánea

Introducción: entre la libertad y la condena

La literatura siempre ha sido un campo de batalla para las ideas. Desde los tiempos de la Inquisición hasta la censura franquista, pasando por las listas negras de regímenes totalitarios, los libros han sido quemados, prohibidos o silenciados por desafiar el pensamiento dominante. Sin embargo, en el siglo XXI, la censura ya no proviene exclusivamente del Estado, sino de la presión social, los linchamientos digitales y los boicots colectivos.

La llamada cultura de la cancelación —entendida como la retirada de apoyo a escritores, artistas y académicos por expresar opiniones consideradas ofensivas o problemáticas— ha generado un debate polarizado: ¿es una forma de justicia social o un nuevo mecanismo de censura? ¿Quién decide qué voces pueden publicarse y cuáles deben ser silenciadas?

En este artículo analizamos cómo la cultura de la cancelación ha impactado en la literatura y el arte, revisamos casos recientes en España y el mundo, y nos preguntamos si la corrección política está limitando la libertad creativa.

Cultura de la cancelación: ¿justicia o censura?

El concepto de cancelación surge de los movimientos de denuncia en redes sociales, donde se señala y condena públicamente a figuras influyentes por actitudes o declaraciones consideradas inaceptables. Este fenómeno ha evolucionado hasta afectar a la industria editorial, donde escritores han visto sus libros retirados, contratos anulados o eventos cancelados por presiones de grupos de activistas.

Los defensores de esta práctica sostienen que es una forma legítima de responsabilizar a quienes tienen una plataforma pública. En su visión, no se trata de censura, sino de exigir que la literatura y el arte sean espacios libres de discursos que perpetúen el racismo, el machismo o cualquier tipo de discriminación.

Por otro lado, sus detractores ven en esta tendencia un peligroso retroceso hacia formas de control ideológico. Argumentan que la literatura debe ser un espacio de confrontación, no de prohibición, y que la cancelación impide el debate al imponer un pensamiento único.

Pero ¿cómo ha afectado esto concretamente a escritores y artistas?

Casos recientes: la literatura en el punto de mira

Caso 1: Roald Dahl y la reescritura de los clásicos

Uno de los episodios más recientes que ha avivado este debate fue la decisión de reescribir las obras de Roald Dahl (Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, Las brujas) para hacerlas más acordes con los valores actuales. Se eliminaron términos como gordo o feo, y se introdujeron cambios en la descripción de personajes para evitar posibles interpretaciones ofensivas.

Este caso abrió una pregunta fundamental: ¿debemos modificar el pasado para adaptarlo al presente o contextualizar las obras en su época?

Caso 2: La retirada de obras en España

En el ámbito español, la cancelación de libros ha tenido episodios notables. En 2021, Cuando éramos cultos, de Gregorio Luri, generó controversia por su crítica a la deriva de la educación y el pensamiento contemporáneo, lo que llevó a algunos sectores a acusarlo de reaccionario. Si bien el libro no fue retirado, sufrió boicots en determinadas plataformas.

Otro caso es el de la escritora Lucía Etxebarria, que ha denunciado públicamente el boicot a sus libros y conferencias por expresar opiniones controvertidas en redes sociales.

Caso 3: Escritores contra la cultura de la cancelación

En 2020, un grupo de 150 intelectuales, entre ellos J.K. Rowling, Salman Rushdie y Margaret Atwood, firmaron una carta en Harper’s Magazine advirtiendo sobre los riesgos de la censura social en el ámbito literario. Alegaban que el miedo a ser cancelado estaba generando una autocensura peligrosa para la creatividad y el pensamiento crítico.

En España, escritores como Arturo Pérez-Reverte han criticado abiertamente esta tendencia, defendiendo que la literatura debe incomodar y provocar debate.

El impacto en la literatura: autocensura y miedo al debate

Uno de los efectos más preocupantes de la cultura de la cancelación es la autocensura. Algunos escritores han admitido modificar sus manuscritos para evitar polémicas, mientras que otros evitan ciertos temas por miedo a represalias.

Las editoriales, por su parte, están cada vez más atentas a la sensibilidad del público, lo que ha llevado a cambios en la selección de obras y a la contratación de «lectores de sensibilidad» que revisan los textos en busca de posibles elementos ofensivos antes de su publicación.

¿Estamos ante un nuevo puritanismo literario? ¿O simplemente ante un ajuste necesario para que la literatura sea más inclusiva?

¿Qué futuro nos espera?

El debate sobre la cultura de la cancelación en la literatura está lejos de cerrarse. Si bien es legítimo revisar el impacto de las obras en la sociedad actual, la literatura no puede perder su capacidad de cuestionar, provocar y desafiar ideas establecidas.

En última instancia, la pregunta clave sigue siendo: ¿quién decide qué se puede leer y qué no? Si la respuesta ya no es el Estado, sino la opinión pública y los algoritmos de las redes sociales, estamos ante un escenario en el que el riesgo de una censura invisible, pero efectiva, se hace cada vez más real.

Y tú, como lector, ¿crees que la cultura de la cancelación es un mecanismo de justicia o una forma de censura? Déjanos tu opinión en los comentarios.

La cultura se construye con diálogo. ¿Qué piensas sobre el tema que abordamos en nuestro artículo de opinión?

Deja tu comentario y enriquezcamos el debate juntos.

Redacción. Coordinada por Anxo do Rego

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