En El Sur y Bene, las protagonistas encuentran en el diálogo con lo ausente una comprensión que la vida no les concedió, entregando sus secretos a quienes ya no pueden juzgarlas.
Un filósofo americano dijo que la vida es aquello que uno piensa durante el día. Un poeta irlandés, junto a este pensar, colocó el soñar. ¿Y por qué no? Las protagonistas de El Sur y Bene tienen algo en común: ambas dialogan con sus sueños, ambas se confiesan a un muerto al que no supieron confesarse entonces. El silencio se confunde así con una nueva confianza, una comprensión quizá final imposible con el vivo. El muerto, el soñado, es para ellas más real que cualquiera de los hombres y mujeres que todavía las rodean. «No sé qué extraño poder ejerce sobre mí lo que ya ha dejado de existir», dice la segunda. «Es curioso cómo aquello no visible, aquello que no existe realmente, me hacía vivir los momentos más intensos», dice la primera. Ambas se ven dominadas por su secreto. Revelarlo a quien no lo va a comprender (un vivo) sería quizá traicionarlo. Pero uno quiere compartir los secretos.
Autora:
Adelaida García Morales (Badajoz, 1945 – Dos Hermanas, 2014), debutó triunfalmente en 1985 en el panorama de las letras españolas con un aclamado volumen que reunía dos relatos, El Sury Bene, y obtuvo con su siguiente obra, El silencio de las sirenas, el Premio Herralde de Novela. La autora fue, además, galardonada con el Premio Ícaro, otorgado por Diario 16 a la revelación literaria de la temporada, merecido reconocimiento a la calidad de su obra, que no en vano se convirtió en una de las más traducidas de la narrativa española. En esta Anagrama publicó otras tres novelas: La lógica del vampiro, Las mujeres de Héctor y La tía Águeda.
Anagrama