¡Especial verano!

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El presi Miles dominaba a su león con el látigo. ¡SPLASHH! Pero se le escapó “sin querer” y alcanzó en el lomo al presi Petro Sancho. “¡AHHH!”.

Miles condujo al león a la jaula, para evitar peligros. Aunque Sancho se apartó, el león le alcanzó por el camino, le soltó un zarpazo de arriba abajo, que le dejó todas las uñas señaladas en el cuerpo… e incluso le bajó el bañador a los pies.

“¡Jo, jo, jo!”. El séquito de Miles reía. Lito, vestido de segurata, corrió con una toalla a tapar a Sancho, tropezó por el camino, cayó de boca y mascó la arena de la playa.

Úrsula von der Liada, al ver las imágenes desde Germania, tomó el primer vuelo a Hispania, para chillar histérica delante del presi Sancho, como su principal fan.

Para mostrar que no guardaba rencor, Sancho compró dos helados en un chiringuito, le dio uno a Miles, con tanto ímpetu, que le plantó el helado en todo el hocico, le puso perdido. “¡Je, je, je!”. Mientras, Sancho se comía su exquisito helado.

“¡Grrr”. Miles se limpió la cara con la mano, arrancó su motosierra y serró a lo bestia los barrotes de la jaula del león, para que volviera a comerse a Sancho.

El león salió impetuoso. Lota, también vestida de seguridad, le puso un barreño del revés en la cabezota. El león vagó desorientado, se la pegó contra las cañas del chiringuito. ¡PLOMM! Se le cayó todo encima, incluidas la mitad de las botellas y el barman.

Miles contratacó retando a Sancho a una pachanga de fútbol, para darle un pelotazo en la cocorota. Sancho solo accedió a baloncesto, ordenó con señas a la grúa que enganchara por detrás a Miles por el cuello, le elevó y le metió en la canasta. ¡BLOMM!

Se fingían colegas, dándose cachetes en la cara el uno al otro, que en realidad eran tortazos. ¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! Acabaron agarrándose del cuello.

Como estaban en la playa, Miles se ofreció para dar crema en la espalda a Sancho. Mientras, dejó la mano puesta, se quedó señalada con el sol, cual pintura rupestre.

—¡Jo, jo, jo! —dijo Miles—, yo también solicito una amnistía.

Sancho le agarró y le echó un ahogadillo en la playa, justo cuando se acercaba una aleta de tiburón. “¡NOOO!”. Miles esperó morado la terrible muerte.

Al llegar a la playa, la aleta de tiburón se levantó, era un tipo que la llevaba a la espalda y nadaba así para fardar. Miles le puso un ojo negro de un puñetazo. “¡PTAFFF!”.

—Brrr —le dijo—, y da gracias a que ya guardé la motosierra.

En el parque de atracciones de Marbonita, Julián Baños y Maite Bolívar se casaban otra vez, rodeados de bolsas de basura llenas de dinero. Fingían estar muy enamorados.

Lito, vestido de chambelán, celoso de la limpieza, cogió las bolsas y las tiró a un contenedor de basura. Pasó el camión de la basura y se lo llevó todo. “¡NOOO!”.

Julián Baños, aunque estaba desmejorado, recuperó la energía, ahogó a Lito con las manos hasta que le puso el rostro verde y se le salieron la lengua y los ojos.

Lota pinchó a Lito para que corrieran tras el camión de la basura. Aprovecharon una parada del camión para subir por detrás. Llenos de detritus, pasaron sobre el basurero.

—Para que luego digan que ya ha terminado la crisis —dijo el basurero.

El camión tenía operando la trituradora. “¡TRASHHH!”. No sólo las bolsas de dinero, también Lito quedó hecho mil pedacitos, Lota tuvo que recuperarlos y zurcirlos otra vez.

Resultó que en el parque de atracciones actuaba Isabel Latoja. “¡UAHHH!”. Julián Baños y Maite Bolívar salieron pitando, aunque estaban ya talluditos, y no pararon hasta volar a Cancún, con la excusa de que tenían pendiente el segundo viaje de novios.

Por jorobar a Sancho, se presentó Isabel Aluso, presi de Madrid, para dar la medalla modelo de la ciudadanía al presi argentino Javier Miles. Aluso dijo:

—Se lo merece, por todos sus valores y su trabajo tan positivo.

Miles recuperó la motosierra y… “¡RISSS!”. Serró un poste de la luz, dejo sin luz a todos los chiringuitos de la comarca, las cervezas se calentaron, “¡PUAJJJH!”, para asqueo de los turistas, los cubitos de hielo se hicieron agua y corrieron en ríos hasta el mar.

Lota se refugió en la bañera del hotel. Lito la siguió, para verla desnuda. Sin embargo, Lota salió de la bañera vestida con un conjunto verde y hasta los zapatos puestos. Dijo:

—¿Qué pasa? Cada uno se baña como quiere, ¿no?

Como era la noche de San Juan, Sancho encendió una hoguera, invitó a saltar a Miles y a Aluso en son de paz. Estos lo hicieron, pero encargaron a Vamp-Hitler y su pareja, la bruja meiga Siniestra, que echaran un sortilegio, en vez de quitar el mal de ojo.

Al saltar Sancho, cayó de culo sobre las brasas. “¡OAHHH!”.

Lito y Lota aprovecharon para birlar los tesoros de los presis en las habitaciones del hotel. En la habitación de Miles, Lito se topó con una alfombra de cocodrilo.

“¡AYYY!”. Resultó que era un cocodrilo de verdad, le atacó al acercarse.

Lito salió por la ventana. Se la pegó contra Lota, que pretendía colarse en el cuarto de Sancho. ¡CLOCK! El golpazo les dejó sendos chichones en la cocorota. Cayeron al vacío, la dura acera de la calle y, hartos, nadaron sin parar hasta llegar a China.

© Manuel del Pino. 

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