(Montclair, Nueva Jersey, 1942) es una escritora estadounidense considerada como una de los grandes referentes de la novela criminal. A pesar de su origen americano, gran parte de su vida ha transcurrido en Europa, especialmente en Italia, donde estudió en las ciudades de Siena y Perusa para, posteriormente, ejercer como guía turística en Roma. Tras esta experiencia se trasladó a Londres y trabajó como redactora publicitaria un tiempo, así como de profesora en escuelas europeas y asiáticas. Muy influenciada por autores como Agatha Christie, Jane Austen, Charles Dickens, Shakespeare o Henry James, que han servido de inspiración para sus relatos, fue Venecia la ciudad en la que finalmente se asentó en el año 1981 y en la que se sitúa una buena parte de su obra literaria, protagonizada por el comisario veneciano Brunetti. De la serie de Brunetti, el comisario que combate el crimen en Venecia y alrededores, forman parte títulos como Muerte en la Fenice, Muerte en un país extraño, Vestido para la muerte, Nobleza obliga, Amigos en las altas esferas, El peor remedio, Un mar de problemas, Malas artes, Justicia uniforme, Pruebas falsas, Piedras ensangrentadas, Veneno de cristal, La chica de sus sueños, La otra cara de la verdad, Testamento mortal, Cuestión de fe, Restos mortales, La tentación del perdón o En el nombre del hijo. Cada uno de los libros de la serie es una oportunidad que utiliza la autora para mostrar la cara oculta y oscura de una realidad en la que la corrupción del sistema queda latente y en el que la ciudad italiana se convierte en uno más de los personajes. Relacionados con estas obras ha publicado los libros El sabor de Venecia, basado en las recetas italianas que la esposa del comisario Brunetti le prepara y Sin Brunetti, un conjunto de 52 textos sobre una Venecia sin el comisario. Al margen de la serie Brunetti, ha publicado la obra Las joyas del paraíso, una novela negra protagonizada por una experta en ópera barroca (temática también del interés de la propia escritora) que debe investigar un crimen que, en el siglo XVII, cambió la historia de la ópera. A día de hoy, la obra de Donna Leon ha sido traducida a más de 20 idiomas y, como curiosidad, entre ellos no se encuentra el italiano por propio deseo de la escritora, pues prefiere mantener el anonimato y ser una vecina desconocida más en Venecia.