El crimen de la calle Fuencarral

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El 2 de julio de 1888 por la mañana, en el 2º Izquierda del número 109 de la madrileña calle de Fuencarral, la policía, alarmada por los vecinos, encontró el cuerpo sin vida de Luciana Borcino ardiendo en una habitación cerrada. Justo en el cuarto de al lado, la sirvienta, Higinia Balaguer Ostalé, dormía bajo el efecto de un narcótico acompañada por el bulldog de la propietaria. Lo estereotipado de los sospechosos —la criada explotada y maltratada, y el hijo de la víctima, señorito casquivano y derrochador— provocó que el asesinato fuera el centro de todas las conversaciones y llenara páginas y más páginas en todos los diarios de la época.

Cuando sucedió el crimen, Benito Pérez Galdós colaboraba como corresponsal para La Prensa de Buenos Aires, y en forma de cartas dirigidas a su director, publicaría el seguimiento del caso desde su inicio hasta mayo de 1889, en que se dictó sentencia. Son esos artículos, de radical vigencia y modernidad, lo que aquí se ofrece a los lectores: el primer true crime de la narrativa de género policiaco española.

© Siruela.Febrero 2024

 

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