La vida, instrucciones de uso – (George Perec)

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Si tuviera que comparar esta obra literaria con un género musical, eligiría el jazz. Leyéndola, me acordé de una anécdota que me refirieron sobre el saxofonista John Coltrane, cuando comenzó a colaborar, al inicio de su carrera, con Miles Davis. Cuando Coltrane improvisaba sus solos Davis le recriminaba que eran muy largos y que debía contener ese afán de protagonismo. Coltrane le contestó que no era por parecer mejor que los demás, sino que una vez que se ponía a tocar, no sabía cuándo debía parar, pues tenía miedo a dejar una frase musical cortada y que el efecto resultase horroroso. “Yo te diré cómo cortar, le replicó Miles Davis, es muy fácil, simplemente sácate el saxo de la boca.” En ese sentido, La vida instrucciones de uso es una narración cuya estructura habría permitido continuar tanto como el autor hubiese deseado, y si la detiene en un determinado punto, sospecho que no fue porque su imaginación se hubiera agotado, sino por un deseo o por una necesidad de no extenderse más.

Creo que La vida instrucciones de uso es uno de esos libros concebidos como estructuras literarias cuyo propósito va más allá de la propia literatura. Me refiero a obras como Ulises, o Rayuela, o El hombre sin atributos, por citar tres ejemplos, eso que algunos críticos literarios denominan “artefactos” literarios. Al parecer, Georges Perec concibió esta obra (inscrita dentro de ese conjunto de las llamadas “obras totales”) imaginando un inmueble parisino al que le han arrancado la fachada.

La primera dificultad de esta obra consiste en catalogarla. En un sentido formal, se trata de una novela, pero también podría considerarse como un conjunto de relatos, o una novela de novelas, o un rompecabezas literario, definición ésta con la que Perec estaría de acuerdo, porque en el fondo el juego que nos propone el autor, literaria y metaliterariamente hablando, es un enorme rompecabezas, una broma que según vamos leyendo nos damos cuenta de que podría continuar hasta el infinito como esos cuadros en los que la escena se repite como en un juego de espejos. Al igual que Miles Davis le sugirió a Coltrane, Perec corta la narración cuando le parece oportuno y, dado que su broma comenzaba con un rompecabezas, decide terminar del mismo modo, armando la pieza número noventa y nueve en un puzzle con cien espacios, dejando deliberadamente un hueco incompleto, sin armar, un último guiño al lector que ha sido su cómplice durante más de seiscientas páginas. Esta especie de diccionario sobre la vida es un retrato dinámico del siglo XX, un impresionante caleidoscopio de historias, un artilugio literario inclasificable.

El argumento o parte de él, trata de las andanzas de Percival Bartlebooth, un millonario extravagante que viaja por casi todo el mundo, con el propósito de pintar quinientas acuarelas de paisajes portuarios que luego mandará convertir en rompecabezas, confiando en la destreza de Gaspard Winckler. El propósito de Bartlebooth es intentar volver a armar esos puzles antes de morir. Por otro lado, un tercer personaje importante en esta historia es el pintor Serge Valène, un artista que persigue la obra total mediante la elaboración minuciosa de un cuadro que incluya cada escena del inmueble parisino donde los tres protagonistas habitaban, prescindiendo de la fachada, con el propósito de ilustrar todo lo que pasa en cada habitación y en cada habitante.

De hecho, en esta genial novela, el verdadero protagonista de la obra no es ninguno de los tres hombres mencionados, sino un edificio de viviendas con seis plantas, dos pisos de buhardillas y sótanos que conforman un original catálogo de objetos y habitantes cada cual con un repertorio de historias, anécdotas y sueños que deslumbran al lector con su inagotable fuente de información.

El lector se encontrará con un auténtico rompecabezas convertido en libro cuyas piezas son las distintas estancias de un inmueble parisino que Perec imaginó desnudo, un inmueble al que la habían arrancado la fachada dejando al descubierto las intimidades y las circunstancias de cada uno de los inquilinos. Una serie de relatos independientes cuyos nexos consisten en un edificio, un rompecabezas infernal y una serie de acuarelas, una forma novedosa y apasionante de describir el mundo basándose únicamente en lo hallado en una casa.

Autor:

Georges Perec nació en París en 1938 y falleció en 1982. Sociólogo de formación, colaborador de numerosas revistas literarias, obtuvo el premio Renaudot con su primera novela, Las cosas. Personalidad ecléctica, fue ensayista, documentalista en neurofisiología, dramaturgo, guionista de cine, poeta, experto en acrósticos, crucigramas, lipogramas y anagramas, traductor y, last but not least, miembro fundamental del OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle), fundado por Raymond Queneau y el matemático François Le Lionnais. Su obra monumental La vida instrucciones de uso ganó el premio Médicis en 1978. En Anagrama se han publicado Las cosasEl secuestroLa vida instrucciones de uso, El gabinete de un aficionado y El Condotiero.

© Jaime Molina. Todos los derechos reservados. (Cicutadry)

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