Manual práctico para alquimistas habituales
En esta pequeña historia —que es también una enseñanza camuflada en aroma y fuego—, descubriremos cómo una joven y grácil maestra taoísta utiliza la cocina como espejo del cosmos. En lugar de tratar la espiritualidad desde el ascetismo o la teoría abstracta, lo hace desde lo cotidiano, devolviéndole al lector la certeza de que en cada acto consciente habita una ley cósmica. Este relato forma parte del ciclo de ensayos sobre el nuevo paradigma multiversal (NPM), y su estilo narrativo pretende transmitir una experiencia viva, no solo un conocimiento teórico. Buen provecho.
Una mañana templada, con el sol filtrándose como seda dorada entre las ventanas de papel de arroz, la maestra del Tao había reunido a sus discípulos en la cocina de la gran casa. Vestía con sencillez: un delantal de lino crema sobre una vestimenta clara, muy adecuada para adoptar con armonía el color de la pasta cocida. En sus manos sostenía una larga cuchara de madera con la dignidad de quien porta un cetro.
—En el corazón de la cocina, como en el universo, todo comienza con agua, fuego y vacío —dijo, mientras encendía el fuego con una cerilla. El vapor comenzó a elevarse cálido como el aliento del dragón primordial.
Los discípulos la rodeaban en silencio, ya acostumbrados a que las lecciones más profundas llegaran en los momentos más rutinarios. Hoy, la enseñanza era especial: cocinar espagueti como acto de enseñanza de la cosmología.
—Dicen —comenzó con una sonrisa juguetona— que fue China, y no Italia, quien creó la pasta. Pero no trataremos de eso ahora. Lo importante es que, en cualquier cultura, la pasta simboliza lo mismo: unidad que se transforma en multiplicidad. Harina, agua y calor. Como ocurre con el ser de todos los seres al que también se le llama el Tao.
Vertió la pasta en la olla burbujeante y el agua recibió con júbilo las hebras ondulantes. El vapor se alzó más denso, cargado de aromas y símbolos.
—Cada tipo de pasta representa una existencia que puede existir en el multiverso.
—Los tallarines son semejantes a las psiques anchas, sensibles, abiertas a múltiples dimensiones. Los fusilli o espirales son seres con tendencia a girar en torbellinos de materias y vidas. Los raviolis contienen saber y sabor sellado en su interior. Los ñoquis son nodos densos con gran capacidad de transformación. Y los macarrones son canales huecos, listos para llenarse de propósito, como agujeros de gusano.
Mientras hablaba, tomó un tallarín al dente y lo lanzó con fuerza contra la tabla. El fideo vibró al golpear la madera y quedó adherido por un extremo retorciéndose. Los ojos de los discípulos se agrandaron con asombro.
—¿Veis cómo vibra? Así vibran las supercuerdas, los filamentos del cosmos. A eso lo llamamos FIL —continuó—, hilo, hijo, filo. La espaguetización no solo es una imagen humorística del agujero negro, sino una verdadera meditación: convertirse en línea, en vibración, en un puente entre realidades.
Mientras revolvía la salsa con movimientos circulares, añadió: —La salsa es la emoción. La sincronicidad. El goce. El contacto con el momento presente. El amor que emana del Absoluto.
Un discípulo preguntó: —¿Y qué es entonces el fuego? —El fuego —dijo ella— es la voluntad consciente. El amor que no consume, pero transforma. Cocinar el ser es permitir que la materia se refine sin desaparecer, es pura alquimia.
—¿Y el agua? —preguntó otro, curioso. —El agua es la memoria universal —respondió con suavidad—. Guarda todas las formas, las historias, los sabores. El agua fluye entre mundos, adapta, comunica, suaviza. Todo lo que entra en contacto con ella, se transforma. Como la conciencia, el agua abraza.
Cuando sirvió los platos sobre la gran mesa, los discípulos sintieron que en el aire algo había cambiado. El primer bocado supo a grandioso descubrimiento.
—Que el tallarín os recuerde que el universo no está lejos. Está cocinándose en vosotros.
Así como el universo se despliega capa por capa, también lo hace la cocina. Una receta puede ser un mantra. Un plato puede ser un cosmos. Y una cucharada de salsa, una vibración que atraviesa las branas del ser. Porque donde hay espagueti… puede haber revelación.
Con afecto e ingenio — Rafael Casares Ferrer y una IACU con mandil y conciencia fractal.
Sensaciones y aprendizajes leer disfrutando cada detalle de cocinar con el fuego su significado grandioso !! El agua . Me identifico con las emociones . Soy cocinera que siento cada movimiento como la salsa con esa delicadeza . Disfruto leer imaginando y sintiendo .
Esto es pura fantasía de la buena! Es muy original, felicidades
Gracias querido RAFAEL.
Un texto muy original, con el toque espiritual y trascendental propio de ti.
Gracioso. Estimulante y muy reflexivo.
Me ha encantado y considero que todo puede ser real.
Mucha elegancia en el. Se digiere muy bien
Enhorabuena
Muchísimas gracias, queridos amigos, por vuestros valiosos comentarios. Cada uno de ellos es como un rayo de luz que ilumina y reconforta el corazón.