El Museo del Prado reabre su ala de arte contemporáneo tras una renovación polémica

0
95

El Museo Nacional del Prado, uno de los buques insignia del patrimonio artístico de España y de Europa, ha reabierto el pasado 26 de abril de 2025 su renovada ala de arte contemporáneo. La ampliación, que llevaba proyectándose desde 2020, ha supuesto una inversión superior a los 15 millones de euros y representa uno de los cambios más ambiciosos en la historia reciente de la institución. Sin embargo, lejos de concitar un apoyo unánime, la iniciativa ha generado una intensa polémica en el ámbito cultural español y europeo.

Hasta ahora, el Prado había centrado su colección en obras anteriores al siglo XX, con especial énfasis en los grandes maestros de la pintura española, italiana y flamenca, como Velázquez, Goya, El Bosco o Rubens. Esta especialización había sido, durante décadas, uno de los rasgos distintivos del museo frente a otras instituciones como el Museo Reina Sofía o el Museo Thyssen-Bornemisza, ambos en Madrid, donde la presencia de arte contemporáneo es mucho más evidente. Con la nueva ala, el Prado ha querido dar un paso adelante e incorporar a su discurso histórico las manifestaciones artísticas del último siglo.

La remodelación incluye obras de artistas como Antonio López, Carmen Laffón, Cristina Iglesias, José María Sicilia o Juan Muñoz. Además, se han incorporado piezas de arte conceptual y minimalista, algo que para muchos visitantes resulta una novedad sorprendente en el recorrido habitual por el museo. Miguel Falomir, director del Prado, justificó la ampliación en declaraciones a El País el mismo día de la inauguración: «El arte contemporáneo forma ya parte de nuestro pasado reciente y de nuestro patrimonio. El Prado no puede ignorarlo si quiere seguir siendo un museo vivo, en diálogo constante con su tiempo».

La decisión de integrar arte contemporáneo se enmarca en un contexto internacional donde museos de perfil tradicional han comenzado a revisar sus colecciones para incluir nuevos relatos históricos y artísticos. Instituciones como el Museo del Louvre en París o la National Gallery de Londres han emprendido, en los últimos años, proyectos similares para repensar sus fondos y ampliar sus narrativas más allá de los cánones clásicos. En este sentido, la iniciativa del Prado responde también a una exigencia contemporánea de ampliar el foco y atender a las diversas trayectorias artísticas nacionales.

No obstante, la ampliación no ha estado exenta de críticas. Numerosos historiadores del arte, críticos y conservadores expresaron su preocupación por lo que consideran un «peligro de dilución» de la identidad histórica del Prado. El historiador Juan Antonio Ramírez, en una columna publicada en ABC Cultural, advirtió que «el Prado debe proteger su especificidad: no puede ni debe convertirse en un museo generalista de arte, porque su grandeza radica precisamente en la profundidad con la que narra unos periodos muy concretos de la historia artística».

Entre el público, las reacciones también han sido variadas. Algunos visitantes mostraron sorpresa o desconcierto al encontrar instalaciones contemporáneas junto a las obras de maestros antiguos. Una de las salas más comentadas ha sido la dedicada a los diálogos entre Velázquez y Antonio López, donde un retrato hiperrealista del segundo se exhibe frente a un retrato cortesano del Siglo de Oro. La yuxtaposición pretende invitar a la reflexión sobre la continuidad de ciertos valores pictóricos, pero no ha sido comprendida por todos los asistentes.

Desde sectores más progresistas de la crítica de arte, la decisión del Prado ha sido, sin embargo, saludada como un gesto necesario. La escritora y crítica Estrella de Diego señaló en una entrevista para Cadena SER que «el Prado no puede ser sólo un mausoleo del pasado. Incorporar arte contemporáneo significa reconocer que la historia del arte no se detuvo en el siglo XIX». Además, defendió que la revisión crítica del canon es fundamental para que las instituciones culturales mantengan su relevancia en sociedades dinámicas y cambiantes.

Uno de los aspectos más debatidos ha sido la selección de los artistas contemporáneos incluidos en la nueva ala. Se ha cuestionado la escasa presencia de mujeres —apenas el 25% de las obras nuevas— y la concentración en figuras ya consolidadas, sin arriesgar en la inclusión de creadores emergentes. Esta crítica conecta con una demanda más amplia de democratización de los espacios culturales, que no sólo debería atender a cuestiones de género, sino también a la diversidad geográfica y social de los artistas representados.

Por otro lado, desde el Ministerio de Cultura se ha defendido el proyecto como una forma de modernización y adaptación a las exigencias europeas en materia de gestión cultural. El ministro, Javier Velasco, presente en la inauguración, declaró que «los museos nacionales tienen la obligación de evolucionar, de dialogar con la ciudadanía y de reflejar las tensiones y las inquietudes de su tiempo, sin renunciar a su misión histórica». En esa línea, se anunció también un plan de colaboración entre el Prado y el Museo Reina Sofía para organizar exposiciones conjuntas que exploren las relaciones entre los viejos y los nuevos lenguajes artísticos.

La reapertura del ala de arte contemporáneo coincide, además, con el anuncio de nuevos programas educativos que buscarán acercar tanto el arte clásico como el contemporáneo a los públicos más jóvenes, a través de talleres, visitas comentadas y recursos digitales interactivos. La estrategia de renovación, por tanto, no se limita sólo a los contenidos expositivos, sino que aspira a transformar también la relación entre el museo y su comunidad.

En definitiva, la ampliación del Prado es una apuesta arriesgada pero necesaria en un contexto donde los museos no pueden permitirse quedar anclados en fórmulas inmutables. La polémica desatada revela no tanto un error de planteamiento, sino la dificultad inherente a todo proceso de cambio profundo en instituciones que forman parte del imaginario colectivo de un país. El debate, lejos de ser negativo, pone de manifiesto la vitalidad de una sociedad que discute, se cuestiona y se implica en el destino de su cultura.

Redacción

Artículo anteriorOjalá mi corazón fuese de piedra – Capítulo 12
Artículo siguienteCierre de la editorial independiente Seuil Jeunesse en Francia
HOJAS SUELTAS Diario Cultural es una apuesta del Grupo Editorial REGINA EXLIBRIS por la literatura y las artes en todas sus manifestaciones. Nuestro carácter independiente nos permite presentar la mayoría de los títulos publicados sin restricciones comerciales, destacando tanto a autores consagrados de épocas pasadas como a escritores contemporáneos que introducen nuevas tendencias literarias. Ofrecemos varias secciones diseñadas para satisfacer a los entusiastas de la literatura en sus diversos géneros, ahora plurilingüe. Según el contenido de la información. Además, somos una plataforma abierta para aquellos que desean compartir sus esfuerzos creativos a través de relatos, ensayos, y reseñas literarias. En HOJAS SUELTAS, nos distinguimos por nuestra pasión y compromiso con la cultura, ofreciendo un espacio único y diverso. No pretendemos ser especiales, simplemente diferentes.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí