Puede que ya hayan pasado los años de oro del poliamor y las relaciones abiertas, esos tiempos en los que se leían manuales sobre cómo querernos mejor, por qué era importante multiplicar los afectos, en qué sentido la monogamia era peliaguda y de qué manera se podían gestionar los celos en una relación: se publicaron libros, ensayos, artículos, y a todas horas aparecían talleres, conferencias y asambleas para discutir las nuevas formas relacionales que venían para cuestionar la familia y los roles históricos de la pareja. Anarquía relacional, metamor, polifake, jerarquía… eran palabras que gestaban un nuevo léxico para el amor.
Unos años más tarde, nos preguntamos qué ha quedado de todo eso en las relaciones de hoy. La socióloga Eva Illouz ha descrito a lo largo de toda su obra, en ensayos como Por qué duele el amor, Intimidades congeladas o El fin del amor, de qué manera el capitalismo ha transformado las emociones y las ha mercantilizado, y cómo la psicologización del yo, con la moda de la terapia y la autoayuda, ha promovido una visión individualista de las emociones. ¿Es todavía posible emocionarse con historias románticas de final feliz?
Hay algo, aun así, que Illouz no ha llegado a tratar en su obra, publicada a lo largo de la primera década de los 2000, porque es de rabiosa actualidad: la moda reciente que canta el lema de «monogamia o bala», que hace referencia, entre las generaciones más jóvenes, al deseo de una relación cerrada, lejos de todo ese glosario de las nuevas relaciones alternativas. ¿A qué se debe el regreso enérgico de los vínculos monógamos y cerrados que aspiran a los objetivos de la pareja tradicional? ¿Por qué insistimos en desear como deseaban nuestros padres?
Hay quien dice que es una reacción pendular, lógica, a los años en los que tener varias parejas era lo normal, esa década brillante del 2010. Hay también quien relaciona el término con un lenguaje de memes y de ironía virtual. Y hay, en cambio, quien habla de una deriva conservadora en las relaciones amorosas actuales, tal y como demuestran otros fenómenos virales como las tradwives, que comparten su aparente vida feliz de ama de casa en las redes sociales. Sea como sea, es evidente que el paradigma del amor ha mutado y se ha instalado en una nueva etapa que aún no podemos juzgar con distancia.
El deseo siempre opera acercándose a lo que es difícil, complicado, a lo que se resiste a ser capturado: ¿puede ser, en este sentido, que el renovado éxito de la monogamia sea una reacción a la imposibilidad de ejecutarla como se ha ejecutado hasta hoy, con la crisis de la vivienda, la precariedad de los más jóvenes y la pandemia de incertidumbre del presente?
Paulina Flores acaba de publicar La próxima vez que te vea, te mato su esperada novela después del éxito de Isla Decepción (Seix Barral, 2021) y tras ser seleccionada como una de las veinticinco mejores narradoras en español menores de treinta y cinco años. Esta nueva obra trata sobre una historia de amor y poliamor, del intento de Javiera, una joven chilena recién llegada al Raval de Barcelona, de amar bien o amar mejor y del triángulo amoroso que configuran Laura, Armonía y Manuel, y en el que ella quiere ocupar un lugar a toda costa.
¿Será Javiera un faro para el lector, un ejemplo, o una antiheroína que hace todo lo que no haríamos jamás? O, como ella misma se pregunta en la novela: «¿y si solo me hago la poliamorosa porque es mi forma de quitarle jurisdicción a la infidelidad?».
Sinopsis:
Javiera es una joven chilena que ha llegado a Barcelona gracias a una beca de posgrado en Literatura. Estudiar es el pretexto más decente, y genuino, que ha encontrado para dejar su país y descubrir el hemisferio del bienestar. Pero la disponibilidad apabullante de libros en la biblioteca y de papel higiénico en los supermercados se ve contrarrestada por unas condiciones habitacionales tan desastrosas como las del Cono Sur, aunque el doble de caras.
De habitación en habitación, Javiera acabará instalándose en un piso compartido en el que vive Manuel, un peruano cuyo signo zodiacal se rige por Venus, que toca el bajo en dos bandas de punk y escribe una tesis de pregrado sobre los boleros en el melodrama de Almodóvar. Hará falta menos de una semana para que Javiera caiga rendida ante los encantos de su compañero, junto al cual se le revelará una de las mayores sorpresas que le depara la vida adulta: las relaciones no monógamas. Pero pronto Javiera se dará cuenta de que, quizá, solo se entrega al amor libre para evitar la cronología lineal e irreversible de la monogamia, una especie de obsolescencia programada que termina en tedio, en engaños o en ambos.
Con la entrada en escena de Laura y Armonía, con quienes Manuel mantiene una relación a tres, Javiera se adentrará en una espiral de celos e inseguridades que, sumada a su temeridad y a su tendencia innata a lo absurdo, convertirá a esa amante inocua y discreta en una femme fatale de manual…
Con una voz a medio camino entre Violeta Parra y Bad Bunny, Paulina Flores traza en esta tragicomedia el retrato de una ciudad, una generación y sus tipismos. Admirada por su compatriota Alejandro Zambra y seleccionada por Granta como una de las mejores narradoras en español, es considerada hoy una de las autoras más innovadoras del panorama contemporáneo en lengua castellana.
Sobre la Autora:
Paulina Flores (Santiago, Chile, 1988) es licenciada en Literatura Hispánica por la Universidad de Chile y tiene un máster en Escritura Creativa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Su primer libro, un conjunto de nueve relatos publicados bajo el título Qué vergüenza (Hueders, Santiago, 2015; Seix Barral, Barcelona, 2016), fue traducido a múltiples idiomas y seleccionado como uno de los diez mejores libros por El País. La obra, que deslumbró a crítica y público gracias a la solidez, la originalidad y la sorprendente madurez de su escritura, obtuvo el Premio Roberto Bolaño, el Premio del Círculo de Críticos, el Premio Municipal de Literatura y en 2019 el Bauer Giovanni, en Venecia. Es autora también de la novela Isla Decepción (Seix Barral, 2021), con la que obtuvo el Premio LINC al mejor libro del año en la categoría de ficción, y fue traducida al inglés, japonés y holandés, entre otros idiomas. Ha sido profesora y conductora del podcast Confieso que he leído; realiza charlas y talleres sobre procesos creativos de escritura, y colabora como columnista en El País. Adscrita al grupo de escritores «ochenteros» de la narrativa post-boom, en 2021 fue seleccionada por Granta como una de las veinticinco mejores narradoras en español menores de treinta y cinco años.
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