Ojalá mi corazón fuese de piedra | Capítulo 23

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El rugido furioso del viento y el sonido monocorde de la lluvia en la oscuridad más negra y absoluta; el crujido de los balcones de madera, de las tejas destrozándose contra los adoquines; el crujido múltiple de los pinos al partirse en cada uno de los confines de la sierra sucumbiendo a las rachas más furibundas. El perfil quebrado del camposanto, el revuelo de las ofrendas a los muertos echadas a perder. Una pausa breve, temible, y después el relámpago que ilumina el espejo del infierno y el estruendo aterrador del primero de la serie de truenos que sacuden, en mayor o menor medida, el ánimo de todos los habitantes del pueblo y de la sierra. Cada letanía temerosa, cada persignación. Cada recuento imaginario de destrozos pasados, presentes o futuros. Cada individuo, cada familia zarandeada por esa furia ancestral sin principio, propósito ni fin, condenada a soportar castigos terrenales o divinos, marcada por el estigma y la evidencia del absurdo y la pasmosa inutilidad de cualquier intento de lucha o resistencia.

El pueblo se extiende como una sombra, un cobijo siniestro de desesperanzas y voces acalladas, de rezos y proclamas. El silencio es estrepitoso, insoportable. Puertas de dos piezas, tablas desiguales de roble por donde se cuela, sin permiso, la tormenta. Sótanos como cuevas negras, tenebrosas: en uno de ellos, amordazado, atado con una soga de esparto, tirado contra la piedra, sobre un charco producido por incesantes gotas de humedad, permanece lo que fue, o es, Francisco Tomé, reducido a un amasijo sanguinoliento que reacciona con un chispazo de espanto y los estertores del dolor al sentir el chirrido de la entrada que se abre con una patada enérgica y reconocer el resplandor del candil de aceite, la sombra de Antonio Robles que vuelve a cerrar tras de sí la puerta y se planta ante él, inmóvil, impasible. Intenta gritar, pero no puede. No le teme a la muerte: nunca lo hizo. Pero le aterra lo que puede quedarle por vivir.

© Ángel Calvo Pose. Todos los derechos reservados.

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