Murakami es el creador de un universo literario único e inconfundible. En sus obras mezcla realidad y fantasía y sus personajes son gente común y corriente, arrancados de su vida cotidiana por algún hecho extraordinario, que es aceptado por estos con toda naturalidad.
La obra que nos ocupa está dividida en dos historias paralelas cuyos capítulos se leen de forma alterna y situadas en dos escenarios contrapuestos. En ellas hace un retrato del ser humano: sus miedos, sus gustos, sus manías y, sobre todo, su soledad y su vacío.
En ambas historias, los personajes femeninos actúan como “médium”, que funcionan para que a través de ellas sucedan algunos hechos fundamentales.
El toque misterioso y un tanto surrealista no falta en este libro en el que, además Murakami incluye una gran dosis de aventura, que en algún momento de la historia puede resultar un tanto confusa.
En la “Ciudad de las Maravillas,” nos describe un mundo frío y distante y un tanto futurista, donde nuestro protagonista es un informático que se ve envuelto en una serie de circunstancias que lo llevan, sin que él oponga resistencia, a la aceptación de los avatares que le depara “la chica de rosa”, hacia un destino final del cual no sabemos nada.
En la “Ciudad del fin del Mundo”, el personaje principal se encuentra en esta extraña ciudad sin saber cómo ha llegado, ciudad a la que una vez que se entra no se puede salir y donde se ve obligado a desprenderse de su sombra, y con ella, de sus recuerdos y sus emociones. La sombra, a su vez, se convierte en otro personaje que entra en la historia con sus propias reflexiones y, a la vez mantiene un dialogo con su “propietario”
En la ciudad del fin del mundo todo es silencio “silencio semejante a un fino polvo que iba cubriendo mi cuerpo”, no existen ni recuerdos ni emociones por lo que tampoco existe sufrimiento. ¿Esto es bueno? ¿O no?
Nuestro personaje, sin embargo, al contrario que el informático, no acepta sin más este destino, no se rinde e inicia una lucha para recuperar la memoria
¿Son dos historias? ¿O es la misma contada en dos partes? Murakami nos deja sin un final concreto, definido.
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—Mª Carmen Giménez— Club de lectura de Albolote