Antes de la existencia de bibliotecas municipales o nacionales de libre acceso, la instrucción en España estaba restringida a círculos religiosos o académicos. Fue la Biblioteca del Hospicio de Madrid la que, en 1837, marcó un hito: por primera vez se permitía a cualquier ciudadano acceder gratuitamente a libros y manuscritos, sin distinción de estamento social. Ubicada en la entonces Casa de Misericordia, actual Museo de Historia de Madrid, la biblioteca nació gracias a la iniciativa de ilustrados y reformistas convencidos de que la educación debía democratizarse para modernizar el país.
Su colección inicial comprendía donaciones privadas y volúmenes incautados a conventos desamortizados, en el contexto de la gran desamortización de Mendizábal. Allí se leían desde tratados científicos hasta obras de literatura clásica y política, y su sala de lectura fue durante décadas un refugio de estudiantes, obreros y artesanos que hallaban en los libros una puerta de escape al analfabetismo. Este humilde precedente inspiró la fundación de otras bibliotecas provinciales y municipales, hasta desembocar en la creación de la Biblioteca Nacional de Madrid como institución de acceso libre.
Redacción