La península de las casas vacías – David Uclés

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Es el libro revelación del 2024 y del autor al que se le augura el futuro más prometedor en las letras hispanas. No podía ser de otra manera porque hacía tiempo que no aparecía un texto tan eficaz, oportuno incluso, para cautivar a los amantes de lo «exquisito», lo supuestamente sublime y hasta original en las letras españolas. Y si encima la novela en cuestión se sostiene sobre una fórmula que ya triunfó en su momento como es la mezcla de territorio mítico, el pueblo de Jándula y sus habitantes, con una de sus familias como principales protagonistas, con toques, qué digo, con borbotones de realismo mágico, pero en esta ocasión sobre la España de los años previos y durante la Guerra Civil, pues ya sólo hay que echarle oficio y esperar la indispensable suerte para el éxito de crítica y lectores. Si te gustó en su momento, por lo general durante tu adolescencia, «Cien años de soledad» de García Márquez, cómo no te va a gustar, ya sea por haberla experimentado en su momento o porque lo haces por primera vez, el irresistible encanto del realismo mágico como recurso literario, eso de trastocar la realidad inventando sucesos imposibles al objeto de que el relato se le antoje al lector el colmo de lo original, fantástico, hermoso y hasta delicado.

Pues a eso se aplica con especial denuedo David Uclés en LPCV, a embelesar a la mayoría con la ocurrencia contándonos la Guerra Civil desde su punto de vista de españolito nacido en 1990 a través de las peripecias, fantásticas, mágicas, dado que siempre queda más chulo que decir irreales e incluso ridículos, de los naturales de Jándula en general y de Odisto y su familia en particular. Un relato en el que no falta una mirada contemporánea, salomónica, incorpórea y a mi juicio insoportablemente meliflua, sobre ese episodio histórico sobre el que tanto se ha escrito, y se seguirá escribiendo en el futuro, porque por algo se trata probablemente del más trascendental de nuestra Historia Contemporánea. Así que, con estos mimbres de la supuesta originalidad narrativa nos encontramos con una mirada que sólo puede hacer las delicias de los españoles de bien, hartos de tanto guerracivilismo pasado y puede que todavía ambiental, que él parece dispuesto a superar con una historia en la que se impone sobre todas las cosas y a toda costa ese ánimo conciliador, casi que condescendiente, que Uclés vierte sobre los protagonistas de nuestra Guerra Civil. Cómo no iba a cautivar LPCV a miles, puede que pronto millones, de críticos y lectores ávidos de una realidad al margen, aquí también por no decir alternativa, de esa otra que podemos encontrar en la bibliografía al uso sobre la Guerra Civil como pueden ser «Homenaje a Cataluña» de G. Orwell, la tercera parte de «La forja de un rebelde» de Arturo Barea, «Réquiem por un campesino español» de Ramón J. Sender, «A sangre y fuego» de Manuel Chaves Nogales, la mayoría de los de Max Aub, el testimonio de Pablo Azcárate y tantos y tantos otros. Todos ellos textos demasiado apegados, o dependientes, de la siempre molesta y ingrata realidad.

Uclés nos relata la Guerra Civil española como si nunca hubiéramos oído o leído sobre ella, casi que —y soy consciente de la burrada que voy a escribir— haciéndola bonita, o cuanto menos literariamente bonita, algo así como parece hacerlo, siquiera para el lector apenas versado en la Historia colombiana, las guerras o batallas entre liberales y conservadores en «Cien años de soledad», sí.

De modo que LPCV es el libro perfecto para cautivar tanto a los nostálgicos de lo mejor del realismo mágico iberoamericano, como a aquellos que, ya sea por juventud o por pertenecer a esa mayoría que lee uno o dos libros al año, apenas ha frecuentado un género ya más ordeñado que una vaca asturiana, y que seguro que se dejarán cautivar por esas continuas y simpáticas pinceladas surrealistas que a otros, según parece pocos, en cambio se nos ha hecho verdaderamente exasperantes; como que era empezar un capítulo y pensar a ver qué chuminada se le iba a ocurrir ahora al Uclés para justificar su apuesta narrativa en plan prestidigitador de un todavía más difícil, increíble o ya sólo ridículo. Ideal también como libro de culto de una época, en concreto esta del bienquedismo sociológico como norma para la gente con dos dedos de frente y tal, la cual se traduce, cómo no, en el pujo de tantos y tantos autores jóvenes por procurar quedar bien con todo el mundo procurando en todo momento y a toda costa para no molestar a nadie con nada que se parezca a un posicionamiento ideológico sincero, siquiera ya sólo con una visión verdaderamente crítica sobre los hechos; «Haga como yo, escritor; no se meta en política», que habría dicho ya saben todos ustedes quién, y si no mal vamos, aunque puede que también de perlas para disfrutar a fondo de la novela que nos ocupa.

Y es que, ya lo siento, porque debo ser una mala bestia como lector, un ser ya no de luz sino de insondables oscuridades, incluso un perverso realista, al menos en cosas que atañen a la Historia, y además un sectario de tomo y lomo por pensar que esta novela romantiza en exceso, si es que no banaliza y para de contar, y de hecho hasta grados inauditos de frivolidad histórica, dicho episodio histórico haciendo entrever un juicio pretendidamente conciliador entre españoles, el cual, para qué andarnos con remilgos si tampoco los hemos tenido hasta aquí, me parece que tiene mucho de postureo a lo “en el fondo to er mundo é güeno».

Así que no he podido pasar de las seiscientas hojas aburrido como estaba, o puede que sobre todo empachado, tanto de la sumamente irritante pirotecnia narrativa para poco más que epatar de continuo al lector con fuegos de realismo mágico, como de ese continuo tono naíf que caracteriza el conjunto de la novela como si los personajes de carne y hueso no fueran otra cosa que memos del agro, cuando no seres inocentes al límite del retraso, y por ello siempre, bajo cualquier circunstancia a lo largo del libro, a merced de los acontecimientos antes que del ejercicio de su libre albedrio.

Pues eso, disfruten de LPVC de David Uclés porque estoy convencido de que es la gran novela de nuestra época —y aquí Dios me libre de caer en la tentación de hacer una humarada con el título del libro refiriéndome a la época de la que hablo como la de “La península de las cabezas vacías”—. Repito que probablemente porque también es la que mejor la definirá en el futuro. La novela está espléndidamente escrita, de eso tampoco me cabe la menor duda, como que consigue atrapar al lector desde la primera página, gracias a su estilo tan cuidado, cultivado incluso, como natural, sencillo y distendido, a destacar una capacidad descriptiva fuera de lo común, y en especial del paisaje jinense de la mítica Jándula, hasta… hasta que el lector aguante. Lo dicho, un futuro clásico.

© Txema Arinas

Vitoria-Gasteiz, 17/03/25

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