El mito de Europa nos es trasmitido por numerosas fuentes griegas y romanas. Las referencias más antiguas las encontramos en la Ilíada de Homero, y en un fragmento del Catálogo de mujeres de Hesíodo, pero perviven también en las Historias de Herodoto, quien le da un sentido racional a la historia, en Los Castasterismos de Eratóstenes, en la Biblioteca Mitológica de Apolodoro, en las Fábulas de Higino, en Diodoro Sículo, en la poesía bucólica de Mosco y en la Metamorfosis de Ovidio. Por tanto, es un mito que pervive durante un largo período de tiempo, desde el s. VIII a.C. hasta el s. I d.C., y en diversas regiones mediterráneas como Grecia, la Península Itálica, Asia Menor o el norte de África, pero mantendrá su pervivencia a lo largo de toda nuestra tradición cultural, resurgirá en el Renacimiento como podemos ver en las pinturas de Tiziano, en el Barroco Rubens y durante el Neoclasismo, y el Romanticismo. En la historia que yo os voy a relatar me he inspirado principalmente en Ovidio “La Metamorfosis” y en los “Idilios” de Mosco. Y dice así:
Europa, era una princesa fenicia, hija del rey Agenor y Telefasa, la “de rostro plateado”, reyes de Tiro, en el actual Líbano, aunque algunas fuentes dicen que era descendiente del mismísimo Fénix1, el ave de la mitología fenicia, que según decían renacía una y otra vez de sus propias cenizas.
Una noche, casi al despuntar el alba, cuando un sueño dulce como la miel acariciaba sus párpados y desataba sus miembros y cuando según cuentan las visiones nocturnas son más verdaderas, Europa soñó que dos continentes se querellaban por ella. Una era el Asia y el otro la tierra situada en frente. Estos dos tierras tenían forma de mujer, una era bella y vestía ropas suntuosas, esplendorosamente ataviada y cargada de joyas, la otra más austera, parecía indígena, ésta reclamaba a Europa diciéndole que ella la había concebido y criado, la otra, Asia, la cogía dulcemente de la mano, y la arrastraba consigo, no mal de su agrado, y le decía que la Moira, el Destino, y Zeus le habían otorgado a Europa.
Cuando Europa despertó su corazón estaba lleno de inquietud, pues las visiones le habían parecido tan reales, que invocando la los Uránidos, dioses del cielo les inquirió sobre el sueño que le sobresaltó en la noche pues el amor que le mostraban ambas mujeres le había turbado el alma. Eran tan reales –pensó-, pero no supo en principio interpretar el augurio que tales imágenes otorgadas por los sueños vaticinaban. El sueño había sido enviado por Afrodita pues hablaba de amor.
Aquella mañana, Europa llamó a sus queridas amigas con quienes siempre jugaba, de su misma edad, bellas y nobles como ella, lo mismo subían a la montaña y danzaban en coros, que se bañaban en el nacimiento del río Anauro o bien descendían a orillas del mar y recogían flores en la pradera: aquella mañana fueron a la pradera que se hallaba a orillas del mar de Tiro, a disfrutar del color y el aroma de las flores de los lirios y las rosas, y a jugar con el vaivén de las olas. Cada una elegía una flor, una el oloroso Jacinto, otra la exquisita violeta2, otros la cabellera dorada de la amarilla caléndula, Europa, como Afrodita entre las Gracias, iba metiendo en su cesta lirios y rosas, violetas y narcisos. Era esta una cesta magnífica, toda ella forjada y labrada en oro, que el dios Hefesto había regalada a Libia, madre de Telefasa, su abuela. En ella estaban labradas las imágenes que narraban el relato de su estirpe y ascendencia, así lo relata Mosco, en Idilios, II.
“En esta cesta estaban esculpidas numerosas imágenes resplandecientes. La hija de Inaco, Io, estaba representada allí, en oro, con la forma de una becerra y sin tener ya nada de mujer. Iba rápidamente por el mar, como si nadara, y el mar era de color azul. Dos hombres se erguían en la escarpadura de la costa, mirando a la becerra atravesar el mar. También estaba allí Zeus, acariciando dulcemente con su mano divina a la becerra marina; y junto al Nilo de siete bocas, hacía mujer a esta becerra de hermosos cuernos. Y las aguas del Nilo eran de plata, la becerra era de bronce y Zeus era de oro. Alrededor, bajo el reborde de la cesta redonda, estaba Hermes. Junto a él, estaba tendido Argos el de ojos siempre vigilantes; y de la sangre púrpura de Argos nacía un pájaro, enorgullecido de sus mil colores. Y desplegaba las plumas de su cola cual la vela de una nave rápida, y con ellas cubría la redondez de la cesta de oro. Así era la cesta de la bellísima Europa”3.
Ilustración , Pintura al óleo. Ío y Zeus. Antonio Correggio: Júpiter e Ío (Giove e Io, ca. 1531). Museo de Historia del Arte de Viena..
La historia narraba el ascendente de Europa, y su origen argivo. Ío era una doncella de Argos, hija de Ínaco y sacerdotisa de Hera que fue amada por Zeus. El dios se había encaprichado de la belleza de Ío y se le presentaba en sueños incitándola a que le entregara su cuerpo en el lago de Lerna, contra la voluntad de su esposa y del padre de Ío.
“Júpiter la había visto cuando regresaba de junto a su padre, el río, y le había dicho: “¡Doncella digna de Júpiter, que harías feliz en tu lecho a cualquiera, dirígete a la umbría de los bosques profundos ahora que el sol calienta y está en lo más alto de su recorrido¡ Si temes entrar sola en la espesura de los bosques, donde habitan las fieras, no temas, que con un dios como protector penetrarás segura en lo recóndito del bosque; y no un dios plebeyo, sino yo, que sostengo en mi mano el cetro del cielo y envío los rayos y la tormenta, ¡No huyas de mí!, ya que ella huía; ya había dejado atrás los pastos de Lerna y los campos Lirceos, sembrados de árboles, cuando el dios ocultó las anchas tierras cubriéndolas con espesa niebla, detuvo a la hija del río que escapaba y la poseyó.
Hera buscando a su marido por tierra y por mar, llegó hasta el umbroso bosque disipando la niebla, y Zeus para salvarla de los celos de su esposa, la transformó en una lustrosa ternera blanca, y mientras la acariciaba tiernamente, Hera inquieta e intrigada le preguntó que quién era esa novilla, que a qué rebaño pertenecía y Zeus para evitarse más preguntas le dijo sin más, que era hija de la Tierra, y como a Hera, la Crónida, no se le escapaba nada, le pidió a su esposo que se la ofreciera como regalo. No pudo hacer otra cosa el Crónida que complacer a su esposa, aún siendo cruel al entregar a su amada. Pero Hera no satisfecha aún, ató a la becerra a un olivo en Nemea y le puso al guardián de cien ojos, el guardián Argos Panoptes, para que Zeus no pudiera acercársele.
Así dice Ovidio, Metamorfosis, 625, 629: “Argos tenía una cabeza rodeada de cien ojos; descansaban de dos en dos por turnos, mientras los demás vigilaban y permanecían de guardia. De tal forma, que ya fuese que se colocara de uno u otro lado, siempre estaba mirando hacia Ío; aunque estuviese de espaldas, la tenía delante ante los ojos”.
Pero el soberano de los dioses no puede soportar la terrible desgracia de su amada, y trama un plan, le pide a su hijo Hermes, nacido de una Pléyade, Maya, que rescate a Ío.
Ilustración Mercurio y Argos de Luis González Velázquez. https://historia-arte.com/obras/jupiter-e-io
Así el dios Hermes, el alado mensajero se presenta ante Argos y la becerra y comienza a tocar la siringa de Pan, la flauta de dos cañas, cuyo sonido embriagador provoca en el gigante Argos un sueño irresistible, al que ninguno de sus ojos pudo sustraerse. Así, mientras sus ojos languidecían y el sopor del sueño lo vencía, Hermes en seguida golpeó su cabeza con su curva espada, y la lanzó desde la peña ensangrentando las abruptas rocas. Cuando Hera encontró a su fiel guardián decapitado recogió sus cien ojos y los colocó en su ave favorita, el pavo real, que cuando se pavonea orgulloso extiende sus alas cubiertas de plumas de mil colores que no son sino los ojos de Argos, desde entonces el pavo real sería el símbolo de Hera, la diosa del matrimonio.
No obstante, Hera no se conformó con la nueva libertad de Ío, y le mandó un tábano que le azuzaba incansable el costado provocándole una tortura inigualable, así Ío se vió obligada a huir por las regiones de Grecia, después cruzó el mar y llegó a Egipto, donde Zeus la volvió a amar, en las corrientes del Nilo, después llegó a Asia Menor, y recobrando su forma humana dio a luz a Épafo, hijo de Zeus, que sería el padre de Libia y por tanto, bisabuelo de Europa. Todo esto narraba la cesta labrada de oro regalo de Hefesto.
Pero volvamos a las orillas del mar de Tiro, allí estaba Europa con sus amigas disfrutado de las flores y del mar, “Pero no había de distraer su alma por mucho tiempo con las flores, ni conservar por mucho tiempo su cinturón virginal, pues lo cierto es que en cuanto el Cronida, Zeus, la vió…4” herido en su corazón por la flechas certeras de Eros, “que todo lo domeña”5 y, arrebatado por un subitáneo amor, descendió a las orillas del mar adoptando una de las formas en las que era maestro y que empleaba para seducir a sus amadas. Se apareció ante las jóvenes con la semblanza de un toro de pelaje blanco y de aliento que exhalaba flores de azafrán, y con un círculo chispeante de plata en su frente, sus ojos de azul claro llameaban de deseo y sus cuernos retorcidos y sus cuernos eran parecidos a los de la Luna creciente. Y a todas les fue dado acercarse y tocar al hermoso toro, y deteniéndose ante los pies de Europa, le mugía dulcemente, y parecía el sonido encantador de una flauta migdónica6, luego dobló las patas y le ofreció su ancho lomo. La bella princesa al verlo tan manso se montó sobre sus lomos y coronó sus cuernos con guirnaldas de flores, de las que había recogida en la floresta.
Pero el toro no bien sintió a la joven encima de él, se alzó sobre sus patas y como si volara, se lanzó al mar y huyo a nado sobre sus pezuñas con su bella presa, mientras la joven lloraba por abandonar las moradas del padre, tierra y amigas, y pedía al Dios del mar que la salvara, pero las Nereidas surgieron de las olas y entonaron sus cantos nupciales, mientras los tritones tocaban sus largas caracolas, haciendo Poseidón el mar más transitable. La princesa con una mano se sujetaba en uno de los cuernos y con la otra sujetaba los pliegues flotantes de su traje purpúreo; y la onda abundante del blanco mar mojaba el borde de la ropa. Flotaba el amplio peplo de Europa sobre sus hombros, cual la vela de una nave, y transportaba a la virgen.
Entonces el toro le dijo: “No sin la ayuda de un Dios cruzas las altas olas, soy el propio Zeus, aunque parezca un toro, el amor que por ti siento me ha impulsado a surcar el ancho mar, y pronto te recibirá Creta, la tierra que me crió, y allá se celebrarán tus bodas. De mí concebirás hijos ilustres, que habrán de ser reyes portadores de cetros”.
Y así fue, y cumplieron se los hados, y llegaron a la isla de Creta y Zeus desató el cinturón de Europa y bajo un plátano secular7 erigieron su lecho, y como prueba de gratitud hacia el árbol que acogió sus abrazos, aquel árbol jamás perdió su follaje, y le concedió el don de dar fertilidad y abundancia a las mujeres que durmieran bajo sus ramas. Y la que era virgen, se convirtió en esposa, y fue madre de Minos, rey de Creta, que dio nombre a la civilización Minoica, del que nos quedan vestigios como el Palacio del Cnosos, y a Sarpedón, guerrero que participó en la guerra de Troya y a Radamantis juez de los infiernos.
Esta unión amorosa, fue origen de otras tantas historias afamadas y prodigiosas, algunas de ellas funestas y trágicas, pero de ello ya os hablaré en el siguiente capítulo. “La historia de Minos” o “EL laberinto y el Minotauro”.
Mientras tanto, desde las costas de Asia Menor, el rey de Tiro, Agenor, el fenicio, miraba desolado hacia las tierras de enfrente, a donde le habían dicho que el toro se había llevado a su hija y gritaba: ¡¡ Europa, Europa¡¡, y este fue el origen del nombre de nuestro continente.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA:
Mosco, “Idilios, II” en http://La leyenda del Laberinto y el Minotauro/Ariadna y Teseo/Hesiodo- Idilios de mosco.pdf
Ovidio, “La Metamorfosis”. Alianza Editorial.
Cantarella, E. “EL dios del Amor: Una introducción a los mitos y leyendas de la Antigüedad”. Paidós, Contextos.
Santarcangeli, P. “El libro de los laberintos: Historia de un mito y un símbolo ”. Ediciones Siruela.
https://elcalderodedodona.wordpress.com/2019/05/02/io-la-joven-condenada-a-convertirse-una-vaca/
https://fradive.webs.ull.es/sem/EUROPA.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Europa_(mitolog%C3%ADa)
https://es.wikipedia.org/wiki/Io_(mitolog%C3%ADa)
1 Hesíodo, Europa, frag. 140
2 Dice la leyenda que cuando el dios Zeus se enamoró de Ío, de quien hablaremos a continuación, ordenó a la Tierra que creara en su honor la flor más exquisita y Gea creo Ion- violeta en griego-, la flor de la violeta.
3 Mosco, Idilios, II.
4 Mosco, Idilios, II. Frag.
6 Flauta dulce de origen tracio.
7 Con respecto al platanus orientalis, veáse Cantarella, E. “El Dios del Amor. Una introducción a los mitos y leyendas de la Antigüedad”, pp.
—Antoñeta Bernardino—