Esta expresión, utilizada para indicar rendición, proviene del boxeo. Cuando un entrenador veía que su púgil no podía continuar, arrojaba la toalla al ring para detener la pelea y protegerlo de daños mayores. La frase trascendió el ámbito deportivo y se instaló en el lenguaje cotidiano como sinónimo de desistir.
Redacción