El más anciano – Capítulo 1 de «El otro nombre»

0
318

La espiritualidad y la religión se han utilizado siempre
por gentes ilustradas para llenar los huecos que las
mentes infelices y analfabetas no acertaban
a comprender.
—Lucas Zara—

1 – El Más Anciano

La aldea se encontraba cerca del río. Fue la última recomendación dada por el Más Anciano de la tribu antes de iniciarse la construcción de las cabañas en el nuevo asentamiento. De esa forma las mujeres no tendrán que desplazarse mucho para surtirla de agua —dijo con voz trémula— Seis días después moriría y como posteriormente señaló quien ocupó su posición en la tribu, murió de cansancio. El viaje ha sido muy largo y pesado y los dioses no han tenido misericordia de él, tal vez se han vengado por tratar de ocultar y no cumplir los deseos que solicitaron.

Kenie mira a su alrededor y ve con pena, como su padre también se encamina hacia el descanso eterno. Alejado de la maldad humana y divina. Adelanta ambas manos, luego las lleva hasta su cara y la cubre en su totalidad para murmurar unas palabras lenta y cadenciosamente. No necesita que las oigan. Su dolor es intenso, constante. Pese a ello, sabe que ese sentimiento es algo inherente a su cercana juventud.

En pocos segundos su mente rememora tiempos pasados.

Fue un niño con suerte, pudo pasar por todas las etapas hasta convertirse en un hombre. No le ocurrió como a otros, desaparecidos o muertos antes de cruzar el umbral de la puerta de acceso a la juventud. Poco antes, perdió a su madre. Ella no pudo asistir a la fiesta que la tribu organizaba cada año en el mes de Maa, tal y como estaba previsto, es decir, veintiocho días antes de que las hojas de los árboles cambiaran el profundo verdor por el ofrecido en otoño, allá por los meses de Kal, For y Bre y parte de Aná, cuando las nieves se adueñaban del valle y las montañas vigilantes se convertían en una fría estampa invernal carente de alegría.

Su padre enviudó tres días antes de la fiesta anual del Donere, los funerales tuvieron que retrasarse. Los dioses así lo disponían. Con la pena rodeando su cuerpo y mente, pidió a los dioses ser uno de los elegidos, no sabía que ellos ya habían decidido, razón por la que su madre murió. También vio como algunos de sus compañeros y amigos de juegos, no volverían a divertirse, pues aquella misma noche salieron en compañía del Más Anciano camino del destino fijado por los crueles dioses.

A medida que su joven cuerpo se convertía en el de un hombre, asistió cada año a la Donere y al despedir a los Calos; jóvenes designados por los dioses para hacer el gran viaje; preguntó a su padre.

—¿Por qué deben marcharse?

—Los dioses así lo disponen.

—¿Cómo los eligen?

—No tengo respuesta que darte, se escapa a mis conocimientos, no soy el Más Anciano

—¿Siempre ha sido así?

—Siempre, Kenie. Ellos son quienes dirigen nuestras vidas. A quienes debemos decir como os llamamos y así poder fijaros una señal en la espalda.

—Padre ¿Dónde van los Calos?

—Nadie lo sabe hijo, está prohibido acompañarlos más allá de la marca. Solo el Más Anciano acompaña a los elegidos hasta el lugar designado. Camina a su lado hablándoles, preparándolos para fortalecer sus mentes, y cuando el sol rompe el horizonte ese día los abandona y regresa a la aldea.

—Algún día seré un Más Anciano y acompañaré a los Calos hasta su destino, hacia el final del gran viaje.

—Eso no será posible hijo, de lo contrario la tribu sufriría las consecuencias. Además, aún eres muy joven y no siempre se hacen realidad los deseos.

—¿A qué te refieres padre?

—Solo uno es elegido Más Anciano y no depende de nosotros.

—¿De quién entonces?

—De los dioses. Debemos esperar a que decidan si vivimos o no, si conseguimos la ancianidad a veces imposible, solo así podemos ser nombrados por ellos.

—No importa, lograré serlo e intentaré hablar con los dioses, les diré que no deben continuar con esa costumbre tan cruel. Dejan a nuestra aldea sin jóvenes, sin futuro, pero sobre todo, sin el apoyo que necesitan nuestros mayores.

—No te preocupes por eso ahora, solo agradece no haber sido llamado por ellos antes y conseguir hacerte un hombre.

—Lo haré padre, de momento, pero no lo olvidaré.

Kenie mantuvo su cara cubierta, miró el cuerpo de su padre, respiró profundamente y repitió en un susurro las mismas palabras, Padre te prometo cambiar todo esto, posiblemente no llegue a ser un Más Anciano, pero se acabarán los Calos para siempre.

Otro Más Anciano fue nombrado por los dioses sustituyendo al último. Él cumplió los veinte años para a ser llamado Marok, dada la costumbre al morir su padre, de añadir una letra k a su nombre Maro. Sin embargo, siempre quiso utilizar su segundo nombre, Kenie, como apelativo, como apodo. Se mezcló con los otros Mosere; jóvenes con edad superior a los veinte años. Cada día practicaba las artes de la lucha, caza y estrategia, a fin de conseguir despuntar y lograr ser nombrado responsable de la defensa de la aldea. De algún modo su ser le pedía acercarse a las más altas metas, pero, sobre todo, obtener la confianza para ser nombrado Más Anciano algún día.

Una mañana del mes Ubo, en plena primavera, antes de que Nie diera comienzo, regresa de caza con un grupo de Mosere a su cargo. Sostiene, junto a otro joven en sus hombros, una gran rama a la que han atado el cuerpo de un pesado jabalí macho. Con los colmillos tiene intención de hacer dos colgantes, uno para obsequiárselo a su futura esposa, si los dioses se lo permitían y acertaba con la elección de la mujer. El otro, para colgarlo en su propio cuello. En esos pensamientos se encuentra cuando al bajar una ladera, antes de cruzar el último arroyo y descubrir la aldea, un ruido le hace detenerse. Pide al grupo guardar silencio mientras el permanece quieto sobre el camino.

Requiere a sus Mosere dejar las piezas de caza y a dos de ellos, acompañarle sin hacer ruido. De nuevo un crujir de ramas y plantas, tal vez un animal herido trata de ocultarse —piensa mientras prepara su venablo—. Saca la espada corta de su cintura y con ella sujeta en la mano derecha y el venablo en la izquierda, avanza cautelosamente. Deja a sus dos compañeros cubriendo los flancos. Una especie de gemido o gruñido le avisa de estar cerca del animal. Camina y espera a sus dos compañeros hasta presentarse frente a la entrada de una pequeña cueva tapada por arbustos.

—Esperar aquí —señala imperativamente— entraré arrastrándome, la entrada es reducida.

—Ten cuidado Kenie, no sabes si encontrarás una alimaña.

—Lo pondré, al menor aviso, entrar, no antes.

—De acuerdo —responden.

Pone el venablo por delante mientras se adentra en la cueva. El calor aumenta a medida que se desliza con precaución hacia el interior. De repente siente como algo se opone a que continúe avanzando. Imprime más fuerza y se contiene momentáneamente, no quiere pedir ayuda. Poco rato después cesa la oposición y deja de empujar. Él y el posible animal herido, se mantienen quietos, en silencio y expectantes. Al cabo de un buen rato y mientras sus compañeros comienzan a impacientarse, oye un gemido. Ahora se diferencia claramente de un gruñido. Tantea sobre su cabeza antes de seguir avanzando y de nuevo pone el venablo por delante. En el otro extremo, algo desvía su esfuerzo hacia un lateral. No da muestras de ser un animal. Retira la corta lanza y la sustituye por la afilada espada. Se impulsa y avanza por el estrecho túnel hasta desembocar en una cavidad más amplia. Los gemidos continúan. Intenta situarlos mentalmente, dada la oscuridad absoluta que le impide ver. Espera para levantar su cuerpo, hasta ahora semi agachado, gira a su derecha y luego a la izquierda. Mueve la mano que sustenta la espada, aunque no tropieza con roca o animal alguno. Tras unos segundos, los suficientes para mantener precaución y cierto temor a lo desconocido, aunque dominado, se dispone a hablar.

¿Quién anda ahí? —señala con voz profunda.

© Anxo do Rego. Todos los derechos reservados.

«Las mejores historias se construyen capítulo a capítulo. No te pierdas nuestra novela por entregas. ¡La trama te atrapará!»

Qué tipo de novela te gustaría ver publicada en entregas?

Artículo anteriorEl mejor libro que jamás voy a escribir
Artículo siguienteTragedias I – Eurípides – Medea y seis más
Narrador. Fundador, director y editor de la extinta editorial PG Ediciones. Actualmente asesora y colabora en las editoriales: Editorial Skytale y Aldo Ediciones, del Grupo Editorial Regina Exlibris. Director y redactor del diario cultural Hojas Sueltas. Fundador en 2014 de una de las primeras revistas digitales del género negro y policial «Solo Novela Negra». Participa en numerosas instituciones culturales. Su narrativa se sustenta principalmente en la novela policíaca con dieciséis títulos del comisario del CNP, Roberto H.C. como protagonista, aunque realiza incursiones en otros géneros literarios, tales como la ficción histórica, ciencia ficción, suspense y sentimentales. Mantiene su creatividad literaria con novelas, relatos, artículos, reseñas literarias y ensayos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí